Prevención de la diabetes con alimentación saludable.
Diabetes y alimentación guardan una relación muy estrecha. En la diabetes tipo 1 es necesario conocer los alimentos, especialmente su composición, para regular la dosis de insulina en cada comida del día. Es por ello que aquellas personas que reciben una completa formación sobre alimentación y nutrición consiguen llevar a cabo una alimentación prácticamente libre.
En cambio, en la diabetes tipo 2 la alimentación es una parte fundamental del tratamiento, una pieza clave tanto en la prevención como en el tratamiento de la enfermedad. Esta es la forma más común de diabetes, se instaura de forma progresiva, siempre asociada a la edad, el sedentarismo, el exceso de peso y los malos hábitos alimentarios.
Según el estudio di@bet.es, publicado en el año 2012, casi el 14% de la población española mayor de 18 años padece diabetes tipo 2. De este estudio se desprende otro dato muy importante: más del 12% de la población española presenta alteraciones del metabolismo de la glucosa que, sin llegar a la diabetes, son el paso previo a la enfermedad.
El control de la alimentación ha demostrado ser uno de los tratamientos más efectivos para el control de la diabetes, como para la prevención en aquellas personas que ya tienen un alto riesgo de que les aparezca. Los estudios en que se incluían cambios de los hábitos de alimentación han reducido drásticamente los casos nuevos de diabetes. En algunos de ellos, la capacidad preventiva del tratamiento dietético fue equivalente incluso al uso de fármacos.
No obstante, estos cambios no son fáciles de mantener, especialmente a largo plazo. El estudio Dawn investigó en 13 países de todo el mundo (entre ellos España) las actitudes de los pacientes con diabetes tipo 2 en relación a su tratamiento. La adherencia al tratamiento dietético se situaría en torno al 37%, muy por debajo del 78% de la adherencia al . Queda claro que es necesario un mayor esfuerzo para realizar cambios en la alimentación en comparación con la sencillez de tomar fármacos. Esto llega a ser un problema incluso para algunos profesionales sanitarios que, ante la falta de confianza en que sus pacientes consigan cambios suficientes en sus hábitos alimentarios, deciden empezar a tratar la diabetes con fármacos sin ni siquiera dar la oportunidad de probar el efecto de estas modificaciones en el estilo de vida.
Debe quedar claro que además de determinados factores genéticos, la edad o la falta de actividad física, una alimentación desequilibrada ha sido uno de los factores que ha llevado a esa persona a que aparezca la diabetes. Por lo tanto, no se puede negar que todo éxito en el tratamiento de esta enfermedad deberá pasar por cambios en algunas de estas costumbres alimentarias.
Estos cambios mejorarán el control de la diabetes en todas sus fases. En la etapa previa, o prediabetes, retrasará el inevitable paso a diabetes. Una vez diagnosticada la enfermedad será clave para que la evolución sea más lenta, retrasando el tan temido inicio del tratamiento con insulina. Incluso, en aquellos pacientes que ya están tratados con insulina, se conseguirá reducir el número de pinchazos al día o seguramente ayudará a que el control de la enfermedad sea mucho mejor.
Un punto de conflicto en la actualidad es decidir qué tipo de sistema de alimentación es el más adecuado. A lo largo de las últimas décadas la dieta para la diabetes era muy clara, consistiendo básicamente en reducir el aporte de azúcares y disminuir las calorías mediante sistemas basados en reducir de forma drástica el contenido en grasasde la alimentación. En los últimos años, se ha avanzado en el conocimiento del papel de las grasas en la alimentación. De este modo se entiende que parte del éxito a medio y largo plazo podría residir en que la alimentación también incluya grasas, especialmente aquellas derivadas de aceite de oliva o frutos secos, lo cual se suele identificar con la tan de moda dieta Mediterránea.
Fuente:http://www.fundaciondiabetes.org/prevencion/articulo/114/revertir_la_diabetes_con_alimentacion